miércoles, 1 de junio de 2011

Josep Tarradellas


Mis inquietudes y mis esperanzas ante el futuro de España. Éste fue el título de una conferencia dada por Josep Tarradellas en el Ateneo de Madrid, el 9 de octubre de 1981. En él podía intuirse el estado de espíritu del ex presidente tras el intento de golpe de Estado del 23 de febrero, cuando se cernían dudas sobre el mapa autonómico y seguían latentes el contencioso vasco y el terrorismo de ETA…

Como a Miguel de Unamuno, a Tarradellas le dolía España.



Desde que en 1932 fuera el segundo diputado más joven de las Cortes republicanas, sentía como propio el devenir de España. Si el conjunto de España funcionaba, Cataluña iría bien; si España se desgarraba en luchas intestinas, Cataluña sufriría. Tenía también otra máxima: el poder está en Madrid y hay que negociar con él. Para ello se necesita firmeza, pero también un gobierno fuerte al otro lado.

Siempre que el poder español aparecía debilitado, o claudicante, Tarradellas hizo sonar las sirenas de alarma. Ocurrió casi al final del mandato de Adolfo Suárez, con la moción de censura de Felipe González, en mayo de 1980, que el abulense pudo superar en votos pero que socavó su poder para seguir gobernando con un partido, la UCD, que se hacía trizas.

Siguió doliéndole España con la presidencia de Leopoldo Calvo Sotelo, todavía con el rumor de sables de fondo tras la intentona golpista y se prolongó durante los primeros tiempos del presidente Felipe González, aún a pesar de estar revestido con la inmensa fuerza de una holgada mayoría parlamentaria.

El 23 de febrero de 1981 ocurrieron unos hechos suficientemente conocidos: el asalto al Congreso de los Diputados por parte de una dotación de la Guardia Civil al mando del teniente coronel Antonio Tejero Molina.

Tarradellas había acudido a Madrid unos días a finales de enero, aparentemente para agradecerle al rey su contribución al restablecimiento de la Generalitat y a consolidar la democracia en España.

La verdad es que se fue preocupado y regresó a Barcelona “asustado”. Además de ver al Rey, del que no se había despedido todavía después de abandonar la presidencia, se entrevistó con el presidente Suárez, varios ministros y otras autoridades. Por lo dicho a su regreso, vio el ambiente del Madrid oficial muy crispado y enrarecido, de ahí lo de “asustado”.

La convulsión que supuso para España el intento de golpe dejó secuelas. Entre otras, en la legislación posterior, pues UCD y PSOE alcanzaron un acuerdo para extender el mapa autonómico y reducir así el techo competencial de catalanes y vascos, únicos que contaban entonces con estatuto de autonomía.

En una muy comentada carta del 4 de abril de 1981, al director de La Vanguardia, Tarradellas profundizó en este asunto:

“¿Cómo es posible que Cataluña haya caído nuevamente para hundirse poco a poco en una situación dolorosa, como la que está empezando a producirse?”

“Para salir de esta situación y para ocultar lo que desgraciadamente ha conducido a la falta de confianza hacia nuestras instituciones, vemos que sus responsables están utilizando un truco muy conocido y muy desacreditado, es decir, el de convertirse en el perseguido, en la víctima, y así hemos podido leer en ciertas declaraciones que España nos persigue, que nos boicotea, que nos recorta el Estatuto, que nos desprecia, que se deja llevar por antipatías hacia nosotros, que les duele y se arrepienten del hecho de haber reconocido nuestros derechos e incluso, hace unos días llegaron a afirmar que toda la campaña anticatalanista que se realiza va encaminada a expulsarlos de la vida política”.

“Es necesario tener el coraje de decirlo: los problemas de la lengua y de la escuela se deben a la actual Generalitat, quien en gran parte los ha provocado, por falta de sentido de responsabilidad y por una alocada política ante el Gobierno que podía pensarse que no sería aceptada, no sólo por su planteamiento inaceptable, sino porque ni ayer, ni hoy, ni nunca, gobierne quien gobierne, el Estado no aceptará nuestros derechos como nosotros quisiéramos, si nuestro pueblo no los reclama unánimemente”.

También le hacía constar al Rey “mi más enérgica protesta ante la política de provocación que Cataluña inició el mismo día de la toma de posesión del presidente Pujol que todavía continúa, debido por una parte a la política de intimidación engañosa que se hace desde la Generalitat y por otra, abusando de la buena fe de los que hay que reconocer que están tendenciosamente informados”.

Aunque posterior al intento de golpe de 1981, hay otro testimonio sobre cómo maniobraba Tarradellas en contra de determinadas políticas disgregadoras como la que, a su entender, realizaba su sucesor en la presidencia, Jordi Pujol.

Quien fuera presidente del Senado entre 1982 y 1989, el socialista José Federico de Carvajal, recuerda en sus memorias una visita de Tarradellas en la que “mientras intercambiábamos impresiones sobre asuntos más o menos intrascendentes, yo elogié su buena gestión al frente de la Generalitat provisional. Fue como si le hubiera picado un escorpión. Tarradellas se sobresaltó y empezó a decir que las cosas no andaban bien en Cataluña y que eso era culpa de Pujol. Fue una diatriba tremenda que duró unos 20 minutos. Decía que el Gobierno central era el culpable por ser demasiado condescendiente con el líder nacionalista. Ustedes, me dijo `son responsables, porque le dan demasiado´.

En plena convulsión política previa a la dimisión de Adolfo Suárez y al 23-F, Tarradellas mantuvo diversos contactos con el Rey. El 26 de enero de 1981 tuvo lugar un encuentro que él mismo definió como “inolvidable”.

El 7 de febrero, Tarradellas escribiría a don Juan Carlos “para clarificar algunos aspectos de la conversación” y el 16, el ex presidente recibía respuesta de La Zarzuela “con una carta de un contenido muy inteligente, que me hizo meditar”.

Tarradellas, retirado, pero inquieto, se decidió a escribir una larga carta a Don Juan Carlos, de 27 folios, el 12 de marzo de 1981 “ante una situación que cada día era más preocupante”. En ella en ningún momento habla de golpe de Estado, ni de intentona golpista, sino de “los acontecimientos que hemos vivido durante el mes de febrero” […]:

“Para mí, dadas mis convicciones políticas, en estos momentos es doloroso y decepcionante tener que exponeros mi pensamiento tal y como voy a hacerlo. Es el problema de las autonomías”.

Después, para remachar, vertía críticas sobre los gobiernos autónomos de Cataluña (presidido por Jordi Pujol) y del País Vasco (presidido por Carlos Garaicoechea):

“Han constituido gobiernos monocolor, es decir, minoritarios o de un solo partido, y, como era de esperar, hacen una política sectaria, discriminadora, que hasta divide interiormente las dos comunidades de una manera cada vez más profunda. El resultado de esta política creo que es y será muy arriesgado y decepcionante”.

El político que se refería en muchos discursos a “los pueblos de España” se dio cuenta de que el sistema autonómico se había “desmadrado”. “De todos modos, esto tenían que haberlo pensado antes. Hace años que dije que 17 autonomías, 17 parlamentos, 17 policías… Esto es jauja, eso no puede funcionar muy bien”.

En verano de 1981 dictó la conferencia El Título Octavo de la Constitución y el problema de las autonomías en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Según sus palabras:

“Las autonomías hay que hacerlas con rigor y serenidad”.

Autor: Tellagorri http://tellagorri.blogspot.com/2011/02/josep-tarradellas.html

4 comentarios:

Josep Lluís dijo...

«Ustedes son responsables, porque le dan demasiado». Ese reproche de Tarradellas a los políticos nacionales encierra la clave del problema que (ahora de manera mucho más grave) seguimos padeciendo con los nacionalismos.

Después de la lectura de este artículo ―con aspectos desconocidos para mí―, sigo preguntándome, todavía más, qué hacía Tarradellas en un partido como Esquerra Republicana. No lo entiendo.

Anónimo dijo...

Que trist que sempre haguem d'anar a Madrid com un a colla d'arreplegats de la periferia. Aquella gent mai ens respectarà ni ens estimarà. Ja és l'hora del divorci, ningu vol estar casat amb gent que no t'estima, gent que cada nadal et boicoteja, gent que t'obliga a fer el que ell vol a casa teva. Mica en mica Catalunya es desperta. Ja falta menys per estar units a Espanya només a través d'Europa.

Javi Hispánico dijo...

Té molta gracia el teu comentari, perquè el soci preferent del Govern nacional ha estat sempre el nacionalisme català. Tan si governava el PSOE com si ho feia el PP ha sigut gràcies al recolzament de CiU.

I per cert, és impossible que Catalunya pugui estar unida a Espanya només per Europa, la història no es pot esborrar, gràcies a Deu.

Anónimo dijo...

Separatista victimista, a los úncos que no quieren en Madrid es a ti, y si a los catalanes se nos trata mal es por culpa de vosotros, los separatistas, porque si los catalanes fuesemos como el General Prim, Pau Gasol etc. y los separatistas nos dejaseis abrirnos más como los gallegos ó andaluces ten por seguro que se nos querría en todos los lados de España, y tienes razón, Cataluña despierta, lentamente pero despierta contra los adoctrinados, separatistas, victimistas, y cada vez son mas.
Felicitaciones, Javi.