domingo, 3 de junio de 2012

Cataluña, América y la Hispanidad (III)



Castilla mantuvo el  “monopolio” en la conquista de América y su comercio. Aunque históricamente sigue habiendo un misterio, pues no se conoce un solo texto leal que prohibiera a los catalanes ir a América, excepto el testamento de Isabel la Católica, que concede a los castellanos ese usufructo. En las Cortes de Monzón de 1585, los procuradores se quejaron de que no se permitiera a los naturales de Aragón trasladarse a las Indias. Pero, como propone el historiador Xavier Fàbregas:

“Quien se proponía pasar a América había de vencer una serie de dificultades, pero si actuaba con tozudez acababa llegando. El monopolio representaba más un freno colectivo que un freno individual”.

Un profesor de la Universidad de Barcelona, Carlos Martínez Shaw publicaba, en 1981 Cataluña en la carrera de las Indias, en la que demuestra que Cataluña no fu excluida del comercio con América. Un ejemplo de esta permeabilidad es Joan Claret, un comerciante del siglo XVI, que financió expediciones a América, o la familia Cabot, que fue extendiendo sus redes comerciales por el Río de la Plata.

A finales del siglo XVII se producirán las primeras oleadas de misioneros catalanes y en el siglo XVIII, de comerciantes, gracias a las disposiciones de Carlos III. Pese a que los nacionalistas desprecian el Decreto de Nueva Planta, fue gracias a él que se eliminaron las aduanas interiores y así los súbditos de la Corona de Aragón pudieron acceder a comerciar a América.

Un importante detalle histórico a tener en cuenta es que los catalanes, con los años, se habían adueñado del negocio de las aduanas interiores establecidas por Castilla. Los beneficios que suponían para Cataluña eran sustanciosos. Por eso, luchar contra el monopolio de Castilla implicaba también sacrificar el gran negocio que las aduanas suponían.

También se podría explicar la ausencia proporcional de catalanes en los dos primeros siglos de la conquista de América no tanto por las dificultades sino por el espíritu catalán de aquel entonces. Jaume Vicens Vives propone en su Notícia de Catalunya que:

“Los catalanes del siglo XVI habían llevado una existencia mediocre, pero satisfecha. Castilla había tomado la dirección de los asuntos externos de la Monarquía hispánica, tanto en la vieja Europa como en la nueva América, y ningún catalán le regateaba los laureles de la gloria ni el peso asfixiante de la lucha. Los burgueses barceloneses se entretenían en sus torres de la cercanía urbana, atendían a la mejora del cultivo de la tierra y se embarcaban pocas veces en un pequeño comercio mediterráneo”.

Una gran verdad que no quita la presencia de catalanes en América que podrían rivalizar con Pizarro o Cabeza de Vaca.

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